Road trip por la West Coast (I). Santa Cruz y Big Sur
A finales de 2015 hice un road trip por la costa oeste de Estados Unidos con mi querido marido para conocer un poquito más California y como luna de miel, que ya llevábamos retrasándolo un año.
Road trip es, como su propio nombre indica, un viaje por carretera. Aquí les encanta viajar por carretera y, según he podido comprobar, mejor si es en autocaravanas gigantescas (con especial hincapié en lo de gigantescas). Que igual no es que les encante, si no que tienen un concepto diferente de la distancia.
Una conversación que he tenido varias veces, cambiando origen y destino, pero igual en esencia:
- Me gustaría visitar Palm Springs.
- Ay, pues puedes aprovechar un finde e ir. Coges el coche y en 7 horas estás.
- …
Quiero decir, que con esas cantidades de tiempo me recorro España de punta a punta, y nunca se me ocurrió hacerlo en un fin de semana. Hablo en pasado porque después de este viaje he cambiado y me encontré diciendo: "no es mucho, unas seis horas, desayunamos, salimos para allá y todavía podemos aprovechar toda la tarde".
Una vez ha quedado claro el término road trip y he dejado claro que aquí las distancias se miden diferente y no sólo porque usen millas, continúo.
Así como datos prácticos: organicé todo con Roadtrippers, una web/app muy útil. Te permite buscar y marcar sitios que quieres visitar y te indica el recorrido, tiempo, millas y una estimación de lo que vas a gastar en gasolina —aquí dejo nuestro viaje, para que te hagas una idea—. Para reservar los hoteles utilicé Booking (y sus maravillosas ofertas) y Jetsetter (que tiene ofertas en hoteles muy chulos). Foursquare también fue indispensable para buscar sitios donde comer y decidir qué visitar a última hora. A veces no nos quedó más remedio que utilizar Yelp, sobre todo en los pueblos más pequeños.
Como contar el viaje de un tirón sería doloroso, para ti leerlo y para mí contarlo, lo voy a dividir en trocitos/posts para poder digerirlo bien, que además merece la pena. Y así puedo contar más detalles que sean útiles para cuando quieras hacer una visita por la West Coast. Empiezo con el primer día —desde San Francisco hasta Morro Bay—, que empezamos con ganas y vimos muchas cosas.
El viaje empezó en un sitio tan glamuroso como es el parking de Avis del aeropuerto de San Francisco. La única razón para elegirlo fue que era donde más variedad de coches tenían (en el centro de la ciudad siempre tienen menos), y no te creas que íbamos a ir en cualquier coche, no fuese que mi marido muriese de tristeza infinita. Así que una vez conseguimos nuestro (súper) coche empezamos nuestro camino hacia el sur.
A mí el viaje ya me encantó desde el primer momento, porque soy así de motivada con todo, porque llevaba un año esperando nuestra luna de miel y porque nada más empezar paramos en San José a tomar un café en Chromatic y decidimos que íbamos a tomarnos el viaje con toda la pachorra que hiciese falta (y que nuestro viaje iba a ser una peregrinación por los mejores cafés que hubiese en el camino, ya de paso).
Santa Cruz
La siguiente parada fue Santa Cruz. Recomiendo totalmente visitar esta ciudad, y tengo pendiente pasar por lo menos un fin de semana en ella. El centro es precioso, la ciudad es muy típica americana, y es tranquila aunque con vidilla. El paseo marítimo (aquí tienes que preguntar por el Boardwalk) tiene varias atracciones, tiendas, etc… No probé las atracciones porque he leído demasiadas noticias de brazos cortados y muertes en atracciones de pueblo, y estas tenían esa pinta. Pero si te gusta el riesgo, adelante. Al lado, obviamente, está la playa y no está nada mal.
Para comer hay muchas opciones, pero Saturn Cafe es visita obligatoria. Está ambientado en los típicos diners y sirve comida americana —hamburguesas, batidos y demás cosas poco saludables y ultradeliciosas— todo ello veganizado. Está en el centro de la ciudad, así que luego te puedes dar un paseo por la zona y tomar un café en Verve Coffee Roasters.
Verve Coffee Roasters
Lo dicho, me habría gustado quedarme un poco más, pero teníamos que seguir nuestra viaje, así que nos encaminamos hacia el Big Sur.
La siguiente parada fue en Point Pinos, cerca de Monterey. En mi libreta todo lo que apunté sobre esta parada fue: "olacas". El día estaba nublado y no es lo mismo ver el océano en un día con nubes que en uno soleado, pero es igualmente increíble. Hay también un faro (Point Pinos Lighthouse) que si fuésemos menos vagos habría dado para unas cuantas fotos bien chulas.
Siguiendo hacia el sur está la 17- Mile Drive, una carretera que recorre la costa desde Pacific Grove hasta Pebble Beach (sí, como la de Los Picapiedra). Al parecer es la hostia y una parte conocidísima de la costa. No puedo dar opinión personal porque para usarla tienes que pagar 10 $ y sólo aceptan pagar en efectivo. Y como puedes imaginarte a estas alturas del relato y de la vida nosotros sólo teníamos nuestras tarjetas. Toma nota y lleva siempre algo en efectivo por si las moscas.
Point Lobos
Al final la cosa no salió tan mal porque ahorramos un poco de tiempo que pudimos aprovechar para disfrutar un poco más de Point Lobos y sus miradores. Está en una reserva natural y también hay que pagar 10 $ pero ya han llegado al s. XXI y aceptan tarjeta. Otro sitio al que tengo que volver con tiempo, porque tiene bastantes rutas para hacer senderismo.
Toda esta zona se conoce como el Big Sur, y tiene varios miradores a lo largo de la carretera. Nos habría gustado parar en más, pero en algún momento teníamos que llegar a Morro Bay. Una parada que sí que hay que hacer es en McWay Falls. Hay que andar un poquito desde que dejas el coche porque está un tanto escondida —lo que no hace que haya poca gente—, pero merece la pena reservar un rato para este punto del camino.
McWay Falls
La carretera es preciosa, aunque llena de curvas infernales y después de todo el día viajando ya estábamos con ganas de descansar, así que eso fue todo. La siguiente aventura fue llegar a nuestro hotel en Morro Bay de noche (eran las 19:30 pero para mí eran las 2 de la madrugada por lo menos) por una carretera NADA iluminada.
La primera impresión de este pueblito fue un poco raruna, por eso de no usar iluminación en las calles, pero al final se ha convertido en uno de mis sitios favoritos del viaje y de California. Tanto que me da para otro post —y no descarto irme a vivir allí en algún momento de mi vida—.